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© Guus Baggermans - Unsplash © Guus Baggermans - Unsplash

Compras ecológicas: hacer que tus elecciones como consumidor cuenten

Última actualización Martes, 07/09/2021

Nuestro bienestar depende de los recursos naturales de la Tierra, pero si seguimos utilizándolos como hasta ahora, podrían acabarse más rápido de lo que pensamos. ¡Es hora de cambiar!

Nuestro consumo excesivo está agotando los recursos del planeta y poniendo en peligro el bienestar de las generaciones futuras. Si seguimos así, de aquí a 2050 necesitaremos los recursos equivalentes a un segundo planeta para satisfacer la demanda.

¡Varias pequeñas acciones suponen una gran diferencia! 

Pero podemos darle la vuelta a la situación si cambiamos nuestro estilo de vida y adoptamos hábitos de consumo ecológicos. Se trata de preguntarnos de dónde vienen los productos y cómo se produjeron, evitar los residuos, tomar decisiones sostenibles, leer las etiquetas más detenidamente, reutilizar y reciclar, y hacer hueco a la naturaleza. 

He aquí unas simples recomendaciones para convertirnos en consumidores más ecológicos. 

1. Limitar los residuos y reciclar

«Cero residuos», es decir, vivir sin residuos, es una tendencia mundial. El lema de este estilo de vida es «rechazar, reducir, reutilizar, reciclar y descomponer», que debe seguirse en ese orden.
Cada vez que algo termina en la basura, contribuye a las presiones medioambientales sobre nuestro planeta. Recuerda: el mejor residuo es el que no se genera. 

Las pequeñas acciones, como colocar una pegatina de «publicidad no» en el buzón de correo, utilizar pilas recargables, optar por productos ecológicos rellenables o llevar siempre una bolsa de compras reutilizable o una botella rellenable ayuda a reducir los residuos (recuerda: el agua del grifo es potable en toda Europa). 

Muchos de los residuos proceden también de nuestros frigoríficos, por lo que otro de los consejos es comprar y cocinar solo lo que se vaya a comer (échale un vistazo a los consejos de cocina y de compra). Limita el consumo de alimentos envasados, ya que producen muchos residuos (vídeo) y evita los productos con envases innecesarios, especialmente los de plástico.

Y, por supuesto, recicla, recicla y recicla. La UE está aplicando una estrategia global en materia de residuos que también incluye obligaciones para que los Estados miembros reciclen. Por supuesto, su aplicación depende de todos nosotros. 

Además, puedes convertirte en embajador en tu familia, universidad o club deportivo concienciando sobre la importancia de gestionar los residuos. Por ejemplo, puedes contribuir organizando acciones durante la Semana Europea de la Prevención de Residuos

2. ¿Tirarlo a la basura? ¡De ninguna manera!

¿Conoces los cafés-talleres de reparación? Expertos como electricistas, mecánicos, carpinteros, reparadores de bicicletas y especialistas en TI ponen a tu disposición sus conocimientos y pericia para reparar un tostador que no funciona, un vestido con agujeros o un mueble roto. 

La idea es reducir nuestros residuos y educar a los ciudadanos sobre un modo de vida sostenible, pero también promover la cohesión social, transmitir el saber hacer, etc. ¿Hay un café-taller de reparación en tu localidad?

Si necesitas una herramienta para construir un mueble nuevo, plantéate pedirla prestada o alquilarla en lugar de comprar una nueva que vayas a utilizar una o dos veces al año. Te saldrá más barato y le harás un favor al medio ambiente.

Por último, puedes vender/comprar o intercambiar la ropa y los productos que ya no quieras usar. Puedes hacerlo en una feria de compraventa o intercambio, en mercadillos o en plataformas online específicas. Por supuesto, si algo no funciona, siempre puedes reciclarlo o donarlo. 

3. Apoyar la agricultura de la comunidad

El apoyo a la agricultura comunitaria es un sistema que conecta más estrechamente al productor y al consumidor dentro del sistema alimentario, al permitir que los consumidores se suscriban a la cosecha de una explotación o de un grupo de explotaciones agrícolas. 

Se trata de un modelo socioeconómico alternativo de agricultura y distribución de alimentos que permite al productor y al consumidor compartir los riesgos de la agricultura. Reduce considerablemente el número de intermediarios, apoya a los agricultores locales y el consumidor recibe sus productos sin embalaje. 

4. Comprobar las etiquetas ecológicas

Los productos, servicios y empresas respetuosos con el medio ambiente están marcados con una etiqueta. 

Dentro de la Unión Europea, la etiqueta ecológica de la UE puede concederse a productos y servicios cuyo impacto ambiental es bajo. Busca el logotipo en las tiendas y productos y al hacer reservas en complejos turísticos, campings y hoteles (hay un catálogo online). También hay etiquetas nacionales como el «Nordic Swan» en los países nórdicos, «NF Environment» en Francia y «Blue Angel» en Alemania.

5. Decídete por los productos éticos

También es importante tener una conciencia ética: ¿Qué impacto tiene tu consumo en otras personas? ¿Estás fomentando el trabajo infantil u otra forma de trata de seres humanos en un país lejano? 

En los últimos años, especialmente en el sector de la moda, los escándalos sobre vulneraciones de los derechos humanos han hecho mucho ruido. En los denominados «talleres de miseria», los empleados trabajan siete días a la semana, sin vacaciones, con salarios indecentes y sin la posibilidad de crear sindicatos. Puedes ejercer presión sobre estas industrias decidiendo en qué te gastas el dinero, firmando peticiones, apoyando los movimientos a favor del comercio ético y opinando en las redes sociales. 

Cuando compres productos, ten en cuenta la posibilidad de optar por los que procedan de empresas especializadas en comercio justo y productos éticos, y busca las etiquetas de Fairtrade, Forest Stewardship Council o Fair Trade Certified o las certificaciones de Rainforest Alliance Certified.